Duelo por la pérdida de un ser querido. ¿Cómo afrontarlo?

Duelo por la pérdida de un ser querido. ¿Cómo afrontarlo?

El duelo es una de las situaciones más dolorosas del ser humano. Perder a alguien que amamos puede complicar nuestra forma de pensar o actuar. La muerte de un ser querido, ya sea anticipada o inesperada, nos enfrenta a una realidad muy dolorosa, modifica nuestra rutina diaria y puede afectar profundamente nuestro bienestar emocional. Aunque el sufrimiento es una parte innegable de esto, entender el proceso de duelo y reconocer que no estamos solos puede facilitar nuestro camino hacia una auto-compasión más firme.

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¿Qué implica el duelo?

El duelo es la reacción natural ante una pérdida significativa. Este es un proceso psicológico, emocional y social que sucede cuando alguien a quien estábamos unidos fallece. Es fundamental reconocer que el duelo no se considera una enfermedad, sino que es una experiencia común a todos los seres humanos.

Cada individuo experimenta el duelo de manera diferente. No existe una manera “correcta” de sentir ni un plazo determinado para «superar» la situación. No hay un calendario para el duelo. Algunas personas pueden necesitar meses, mientras que otras requieren años. Lo esencial es respetar el ritmo propio de cada uno.

Etapas del duelo

Aunque el proceso de duelo no sigue un camino lineal y no todas las personas atraviesan las mismas fases, ciertos modelos pueden ayudar a entender las emociones que suelen aparecer. Uno de los más notorios es el que propuso Elisabeth Kübler-Ross, que sugiere cinco etapas:

-Negación: Esta es una respuesta inicial que actúa como un mecanismo protector. La persona puede experimentar la sensación de que lo que sucedió no es real o puede tener problemas para aceptar la pérdida.

-Ira: Aquí, el dolor se convierte en enojo. Podemos sentir frustración hacia nosotros mismos, hacia otros, hacia la persona que ha fallecido o incluso hacia la vida en general.

-Negociación: Pueden surgir pensamientos como «Si hubiera hecho esto de otra manera…» con el deseo de recuperar lo que se ha perdido o cambiar la realidad a través de escenarios hipotéticos.

-Depresión: En esta fase, se siente una tristeza profunda y una sensación de vacío. Esta etapa es un aspecto natural del duelo.

-Aceptación: No implica olvidar, sino más bien integrar la pérdida a nuestra vida. Comenzamos a mirar hacia delante con menos dolor, aunque con un toque de nostalgia.

No todas las personas recorren estas fases en este orden ni necesariamente las experimentan todas. Algunas pueden presentar otras emociones como culpa, ansiedad, soledad o alivio, en situaciones donde la muerte puso fin a un sufrimiento prolongado.

¿Cómo se manifiesta el duelo?

El duelo puede impactar diversas áreas de nuestra vida:

-En el aspecto emocional: tristeza, enojo, culpa, miedo, desánimo, confusión.

-En el ámbito físico: fatiga, insomnio, pérdida de apetito, sensación de presión en el pecho, dolores de cabeza.

-En el comportamiento: aislamiento social, llanto frecuente, dificultad para enfocarse, falta de interés en actividades diarias.

-En el nivel espiritual: reflexiones sobre el significado de la vida, la fe o los propios valores.

Todas estas reacciones son normales y forman parte del proceso. No obstante, si con el tiempo se vuelven más intensas o dificultan una vida funcional, puede ser necesario buscar asistencia profesional.

Duelo en distintos tipos de pérdidas

Cada pérdida es única. El proceso de duelo por la muerte de un padre o madre puede despertar emociones de la infancia, mientras que la muerte de un hijo o pareja puede romper de manera profunda la identidad personal y el plan de vida. La muerte de un hermano, abuelo o amigo cercano. . . cada tipo de pérdida trae consigo diferentes cargas emocionales y puede afectar de maneras diversas.

La manera en que ocurrió la muerte también juega un papel importante: si ocurrió de manera inesperada, fue traumática, sucedió después de una larga enfermedad o con sufrimiento, o si tuvimos la oportunidad de despedirnos. Todos estos aspectos influyen en cómo experimentamos el duelo.

Acompañarse en el proceso

En tiempos de sufrimiento, muchas personas tienden a encerrarse en sí mismas. Sin embargo, hablar sobre lo que sentimos con alguien en quien confiamos puede ser muy sanador. El apoyo social, ya sea de familiares, amigos o incluso de grupos de duelo, nos ayuda a procesar la pérdida y a sentirnos menos aislados.

Darnos permiso para sentir es fundamental. A veces, intentamos «ser fuertes», evitamos llorar para no preocupar a los demás o tratamos de volver a la rutina rápidamente. No obstante, el duelo requiere su propio tiempo y espacio. Es normal tener días en los que no deseamos hacer nada, o momentos en los que estamos tranquilos y otros en los que las lágrimas nos invaden.

También es esencial cuidar de nosotros mismos. Mantener una buena alimentación, descansar lo suficiente, evitar sustancias perjudiciales y realizar actividades que nos reconforten, como caminar, escribir, escuchar música o hacer ejercicio ligero, puede facilitarnos el camino a través de este proceso.

¿Cuándo buscar ayuda psicológica online?

No siempre es necesario recurrir a un profesional para enfrentar el duelo, pero hay ocasiones en que hablar con un psicólogo puede ser extremadamente beneficioso. Algunas señales de que deberíamos hacerlo son:

-El dolor emocional se vuelve abrumador y no desaparece.

-Pasan los meses y no vemos mejoras, sino que los síntomas aumentan.

-Surge una depresión significativa, pensamientos sobre la muerte o ideas suicidas.

-Nos desconectamos de la vida diaria: no podemos trabajar, socializar o cumplir con nuestras responsabilidades básicas.

-Sentimos emociones muy intensas de culpa o vergüenza relacionadas con la pérdida.

-El proceso de duelo se complica debido a circunstancias traumáticas, como una muerte súbita, violenta o en la que no hemos podido despedirnos.

La terapia puede ofrecer un espacio seguro para expresar nuestras emociones, entender lo que estamos viviendo y aprender a convivir con la pérdida de una manera compasiva.

Vivir con la ausencia

El duelo no concluye con el olvido. La persona fallecida no desaparece de nuestras vidas: sigue presente en nuestros recuerdos, en las lecciones que compartimos y en los lazos que hemos creado gracias a ella. Aprender a vivir con esa ausencia implica también encontrar una nueva forma de presencia: interna, simbólica y tranquila.
A veces, con el paso del tiempo, hay una nueva forma de conexión: comunicamos mentalmente con esa persona, recordamos sus consejos, sentimos su influencia en nuestras decisiones. Eso también es un aspecto del duelo saludable.

Conclusiones

Enfrentar la muerte de un ser querido es una de las vivencias más difíciles, pero también es una ocasión para volver a conectarnos con lo que realmente importa, para apreciar las relaciones, para celebrar la vida con amor. Aunque el duelo puede ser muy doloroso, nos recuerda que tuvimos la capacidad de amar intensamente.

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