Atragantamientos en adolescentes: cómo abordamos el tema desde la psicología

Atragantamientos en adolescentes: cómo abordamos el tema desde la psicología

En mi consulta, he ayudado a numerosos adolescentes que, tras sufrir un atragantamiento real o sentir que se han «ahogado» con un alimento, desarrollan un gran temor a comer de forma normal nuevamente. Aunque pueda parecer un incidente aislado, el efecto que produce es significativo: desde evitar ciertas comidas hasta dejar de comer en lugares públicos por el miedo a que “vuelva a ocurrir”.

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Cuando un atragantamiento transforma la vida

Recuerdo el caso de Clara, una joven de 14 años, que acudió a mi consulta tras un incidente en el que se atragantó con un pedazo de pollo en la cafetería de su escuela. Fue atendida con rapidez y no sufrió consecuencias médicas graves, pero desde ese momento, comenzó a cortar sus alimentos en pedazos muy pequeños, evitaba consumir carne y prefería solo comidas blandas. Con el tiempo, dejó de asistir a fiestas y restaurantes, ya que la ansiedad era demasiado abrumadora.

Este tipo de situaciones es más frecuente de lo que parece. Los atragantamientos, ya sean reales o percibidos, pueden convertirse en disparadores de un trastorno de ansiedad relacionado con la comida que afecta enormemente la vida diaria. En la literatura científica, se encuentran casos que se describen como “fagofobia” (miedo a tragar) o “deglutofobia”, que suelen aparecer después de una experiencia de asfixia, ya sea real o imaginada (Sánchez Rivas, 2019).

¿Por qué ocurre esto?

El cerebro adolescente tiene una sensibilidad especial hacia experiencias intensas. Cuando ocurre un atragantamiento, el sistema nervioso pone en marcha una respuesta de emergencia: incremento del ritmo cardíaco, tensión muscular y hiperventilación. Todo esto queda registrado en la memoria asociada con la comida.

Desde un enfoque neuropsicológico, la amígdala desempeña un rol clave: asocia la comida con el peligro. Aunque el adolescente racionalmente sepa que “no hay riesgo”, el cuerpo reacciona como si el peligro estuviera presente. Por eso, cuando intentan tragar algo sólido, surge la ansiedad.

Investigaciones recientes indican que este tipo de fobias específicas pueden mantenerse activas incluso años después del evento si no se realiza una intervención terapéutica (LeBeau et al., 2010).

Cómo trabajamos en la consulta online

Cuando recibo un caso de este tipo, lo primero que hago es escuchar la experiencia detallada del adolescente y su familia. Es esencial identificar si el problema es únicamente psicológico o si existe alguna condición médica (por ejemplo, disfagia, trastornos digestivos o neurológicos). A menudo, aconsejo una evaluación médica inicial para descartar causas biológicas.

Una vez confirmado que se trata de un problema de ansiedad, implementamos varias estrategias:

-Psicoeducación

Le explico al adolescente lo que sucede en su cuerpo cuando siente miedo a atragantarse. Entender que la sensación de tener un “nudo en la garganta” es realmente tensión muscular, y no un bloqueo físico, es un primer paso muy liberador.

-Técnicas de relajación y manejo de la ansiedad

Enseñamos a identificar y gestionar la activación fisiológica. Por ejemplo, la respiración diafragmática o la relajación muscular progresiva ayudan a que la persona recupere una sensación de control antes de enfrentarse a la comida.

-Exposición gradual
El tratamiento más eficaz, de acuerdo a la investigación científica, es la exposición gradual a los alimentos que generan temor (Barlow, 2014).Junto a Clara, establecimos un orden: primero se imaginaba consumiendo alimentos sólidos, luego practicaba con pequeñas porciones blandas, hasta que finalmente podía comer un filete en compañía. Todo se realiza a un ritmo cómodo, con el acompañamiento del terapeuta y a veces de los padres.

-Cambio de pensamientos

Nos enfocamos en las ideas irracionales tales como: “Si como carne, seguramente me atragantaré” o “Si me sucede en público, todo el mundo se reirá”. A través de técnicas de terapia cognitivo-conductual, enseñamos a cuestionar y cambiar estas creencias.

-Importancia del apoyo familiar

La familia desempeña un papel fundamental. A menudo, por temor, los padres fomentan la evitación (“Es mejor que no comas carne para evitar problemas”).En las sesiones, entrenamos a los padres para que acompañen sin caer en la sobreprotección, promoviendo así la independencia del joven.

Ejemplo práctico

Un caso ficticio que ilustra bien este enfoque es el de Álvaro, un joven de 16 años que, tras un episodio de atragantamiento, dejó de consumir pan y alimentos secos. Al comenzar la terapia, solo aceptaba purés y yogur. En la jerarquía de exposición, empezamos con migajas de pan empapadas en leche, luego avanzamos a pan tierno en trozos pequeños y, por último, a sándwiches normales.

El proceso se extendió a lo largo de aproximadamente 12 sesiones, y los resultados fueron significativos: Álvaro pudo salir a comer pizza con sus amigos sin temor. Más allá de su alimentación, recuperó una parte importante de su vida social, que había estado muy limitada.

Evidencia científica respecto al tratamiento

La terapia cognitivo-conductual (TCC) es el enfoque preferido para este tipo de fobias específicas (American Psychiatric Association, 2013). Varios estudios han demostrado que la exposición gradual junto con técnicas de relajación ayuda a disminuir la ansiedad relacionada con el atragantamiento (Öst, 2010).

Un metaanálisis realizado por Wolitzky-Taylor et al.(2008) respalda que la exposición es el elemento clave en el tratamiento de fobias específicas, alcanzando tasas de éxito superiores al 70%. En el caso de la fagofobia en adolescentes, los resultados son comparables siempre que se adapten tanto al ritmo como a las características de la edad.

La necesidad de intervenir rápidamente

Si no se aborda, este miedo puede volverse crónico y dar paso a problemas de nutrición, pérdida de peso o incluso diagnósticos erróneos como trastornos alimentarios. Por ello, siempre sugiero buscar ayuda lo más pronto posible. Cuanto más tiempo pase, más fuerte se vuelve la asociación entre comida y peligro.

Conclusiones

Trabajar con adolescentes que han experimentado atragantamientos es un reto fascinante. No solo se trata de que retomen ciertos alimentos, sino de que recuperen la confianza en su cuerpo, su independencia y su vida social.

En mi práctica clínica, los casos que se presentan muestran un progreso muy positivo con un enfoque fundamentado en la evidencia científica, el apoyo familiar y un proceso gradual de exposición. Lo más esencial es hacerle saber al adolescente que puede superar el miedo y que no está solo en este camino.

Consulta siempre con tu psicólogo online de confianza.

Referencias

  • American Psychiatric Association (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5).
  • Barlow, D. H. (2014). Clinical handbook of psychological disorders. Guilford Press.
  • LeBeau, R. T., Glenn, D., Liao, B., Wittchen, H. U., Beesdo-Baum, K., Ollendick, T., & Craske, M. G. (2010). Specific phobia: a review of DSM-IV specific phobia and preliminary recommendations for DSM-V. Depression and Anxiety, 27(2), 148–167.
  • Öst, L. G. (2010). One-session treatment of specific phobias: A rapid and effective method. Cognitive and Behavioral Practice, 17(3), 257–265.
  • Sánchez, J., & Rivas, M. (2019). Fagofobia en la adolescencia: diagnóstico y tratamiento. Revista Española de Psicología Clínica, 24(2), 91-99.
  • Wolitzky-Taylor, K. B., Horowitz, J. D., Powers, M. B., & Telch, M. J. (2008). Psychological approaches in the treatment of specific phobias: a meta-analysis. Clinical Psychology Review, 28(6), 1021–1037.